martes, 17 de julio de 2012

Nuestros cuerpos.


Nuestros cuerpos: Espirituales y Físicos para mejor comprender éste tema, recomiendo leer la nota de Medíunidad...

Este cuadro es para que mejor puedan comprender el tema aquí desarrollado.


Cuerpos espirituales:
-ÀTMICO – Ch.Coronario ↓ Ternario Superior Trindad Divina
-BÙDICO – Ch. Frontal ↓ YO
-MENTAL (Causal) Individualidad
-SUPERIOR- Ch.Laringeo ↓
Cuerpos materiales:
- MENTAL (7) ↓ Cuaternario Inferior
INFERIOR- Ch.Cardíaco
-ASTRAL - Ch.Esplénico (7) ↓ Yo Inferior
-ETÈRICO- Ch.Umbilical (7) ↓ EGO ↑
-FÍSICO - Ch. Básico (7) ↓ Personalidad. ↑
→ → →
Los seres humanos tenemos conciencia septenaria. Somos estructural mente compuestos por siete dimensiones vibratorias principales, que están en perfecta armonía con los diversos planos del cosmos. Ellos son: Átmico, Búdico, Mental Superior, Mental Inferior, Astral, Èterico, Físico.
Éstos cuerpos sutiles tienen su representación en centros transformadores de energía, que se definen como Chacras (o vectores): Coronario, Frontal, Laríngeo, Cardíaco, Umbilical, Esplénico, Básico .
Hay un principio septenario, regulativo de la vida en el cosmos, son vibraciones cósmicas inter-penetradas. Esos cuerpos sutiles serían la expresión de vida en el mundo manifestado, en siete grandes planos vibratorios, siendo los chacras especies de antenas receptoras. Esas vibraciones cósmicas son la propia representación vibracional del creador, que manifiesta su propia naturaleza en la Tierra, a través de los elementos, fuego, agua, tierra, aire…
Cada uno de éstos planos, presenta siete sub-planos en graduaciones ascendentes, de la materia de cada plano (es aquí donde vemos las rondas, razas y sub-razas). Éstos planos no se encuentran en determinado lugar del espacio, ni arriba, ni abajo, como muchas veces se piensa. Son ellos estados de conciencia, perceptibles o penetrables de acuerdo al estado evolutivo de cada uno, que sea capaz de percibirlos. Éstos planos se ínter-penetran, sin para eso coexistir en el mismo espacio, o mejor, fuera de aquello que conocemos por espacio, porque (reitero) no es un lugar, es un estado de conciencia.
Por eso la idea de que cuando desencarnamos vamos para otro lugar, es errónea. Primero: porque la muerte no existe, es solo un cambio de estado.
Segundo: porque el lugar de los desencarnados es aquí mismo donde estamos, lo que varía es el grado de percepción y las condiciones totales en que cada uno se encuentra. Mal comparando, podemos decir que el desencarnar, es como quitarse de encima un pesado ropaje. Pero permanecemos en el mismo lugar. Esa ropa es la materia densa, física, de la cual nos deshacemos, así como el cuerpo etérico (que puntualmente lo veremos en otra nota).
La centella divina (nosotros) es de la misma naturaleza del creador del absoluto. El no puede descender para los planos del universo manifestado y sumergirse en la corriente evolutiva. Es por eso que él proyecta, el Yo superior la individualidad, que posee toda la esencia de su perfección, es ella la extensión de su centella divina. Ella está contenida en los cuerpos superiores: Átmico, Búdico, Mental Superior (causal).
Ellos contienen las divinas cualidades de: voluntad, amor, sabiduría, acción.
Son ellos tres cuerpos de perfección, reflejos de la perfección divina. Son el hombre real, es nuestro Yo interior de luz y belleza perfecta, que no tiene necesidad alguna de perfeccionarlo, porque ya lo es.
Ellos son la parte divina del hombre, depositarios de sus ilimitados poderes, de la divina sabiduría del perfecto amor.
Nuestra meta evolutiva. Es de ahí que surge el conocido proverbio Oriental: “Volver hemos a lo que en realidad somos”
Somos dioses, en nuestra Individualidad. El Yo superior es nuestro Dios interno, nuestro espíritu inmortal.
Pero no olvidemos nuestro Yo inferior, la personalidad el ego, o Cuaternario inferior compuesto por: el cuerpo mental Inferior (o concreto), Astral, Éterico y Físico Denso.
Estos son cuatro vehículos transitorios y perfectibles: o sea necesitan ser perfeccionados. Son éstos cuerpos que el Yo superior se utiliza para actuar, en los tres mundos de la ilusión: Mental, Astral, Físico. Donde se construye y se amplía la toma de conciencia, que habilitará el retorno al nivel divino.
Solamente aquí, en éstos cuatro vehículos Inferiores, se registran las temporarias imperfecciones, de nuestro camino evolutivo. Es donde experimentamos, vivenciamos. Ellos son como nuestros cuadernos escolares, donde los primeros son borrones, ganchos... que poco a poco van mejorando, hasta perfeccionar la letra. Es nuestro Curso: Como volvernos divinos y lo estamos cursando, en las escuelas planetarias del universo.
Cuando nuestra conciencia descendió del nivel divino, se sumergió en los planos inferiores para evoluír. Siendo expulsa del paraíso (como lo cita la Biblia) hasta entonces era la conciencia enfocada al nivel del Átma-Búddhi-Manas. Cuando eso sucedió, fue delimitada una barrera que impide el retorno inmediato. Simbólicamente representado en el Ángel con la espada incandescente, puesto como centinela alrededor del jardín del Edén, para garantir que Adán y Eva, no pudieran volver saltando el muro. Eso quiere decir: qué solo podemos volver por la puerta de adelante, después de idas y venidas, entre planos y sub-planos, después de muchos ganchos y borrones y solamente después de superar y abandonar definitivamente el Yo inferior.
El Yo superior y el Yo inferior están bien representados en el Centauro de la mitología Griega. La parte humana representa el Ser divino, el Yo superior, y la parte animal representa al ego, al Yo inferior.
Es en los cuerpos inferiores que se imprimen nuestros errores y fallas, de todo el curso que venimos realizando a milenios.
En el cuerpo mental, se acumulan los residuos de los malos pensamientos, formando figuras desequilibradas, abscesos estagnados, ideas fijas y otras deformidades, plasmadas en la materia mental de ese cuerpo.
En el cuerpo astral quedan registradas las emociones indeseables, raíz de la patología del cuerpo y de la mente. En de correncia de ello el cuerpo etérico deforma y enferma los órganos y sistemas. Y el pobre cuerpo físico es quien sostiene todo eso, además de soportar todas las agresiones directas del plano físico.
Todos esos cuatro vehículos-cuerpos, en especial el mental, es sede de las energías modeladoras más potentes, capaz de alterar la forma y estructura de los demás cuerpos (inferiores).
Como se dice popularmente: “La mente que enferma Cura”.
La Espada incandescente, simbólicamente representa una válvula de seguridad. Lo que quiere decir que allí, es restringida la entrada de todo lo que proviene del Yo inferior.
El cuerpo mental superior (causal), es construido a través de las existencias Multimilenares, con un material especial, cual??? La esencia de todo lo más puro y bello que el hombre envía a su conciencia. Cada vez que vibramos un pensamiento un sentimiento elevado, un color definido se agrega a la sustancia de ese vehículo. El aspecto de ese cuerpo en seres evolucionados, es de una belleza celestial.
Éste cuerpo es la fuente de conexión con la mente divina, es el reflejo de la intuición pura: conocimiento real e instantáneo, global. Sin pasar por los laboriosos procesos del intelecto o sexto sentido, que en la era de Acuario vendrá a desenvolverse muchísimo.
Éste cuerpo mental superior es un vehículo, que raras personas tienen acceso a él conscientes. Conclusión: nada que sea imperfecto puede alojarse en éste cuerpo luminoso. Nada que no sea de su propia frecuencia divina, tiene acceso a éste nivel de nuestro Yo real superior.
Ni en nuestros peores momentos, podemos macular su belleza, lo máximo que podemos hacer es cesar por algún tiempo de enviar el material propio para su construcción.
El cuerpo Búdico es nuestro nivel divino de amor y sabiduría, es el plano de la iluminación.
Lo puede alcanzar solamente un iluminado como lo fue Jesús, Pitágoras, Buda... etc.
Una rápida ligera conexión con ese nivel supremo, provoca una indescriptible expansión de conciencia, que lleva al ser conectarse con el corazón divino, con la unidad esencial de todas las vidas.
Esa experiencia es muy rara y solo la puede obtener un discípulo, con la intervención directa de un maestro de sabiduría, alguien que ya opera en la radiante realidad de ese nivel de conciencia.
Debo subrayar que existe una gran diferencia, entre la calidad de conciencia del nivel mental superior a la conciencia Búdica.
El cuerpo Búdico es un plano de sentimientos de la unidad, un nivel de conciencia muy elevado. No es así nomas que puede ser alcanzado. Es necesaria una iniciación para ello. Su luz una vez tocada por la conciencia, ese ser se vuelve un manantial de compasión ilimitada, de auténtica sabiduría. Sabiduría del corazón.
El corresponde al Cristo en nosotros, cuando el despierta completamente en el hombre, en una iniciación superior, es como un segundo nacimiento: el iniciado, o sea aquel en el cual el Cristo interno (conciencia Búdica) nació.
Podemos hablar del cuerpo Búdico, tener vagas nociones de su maravillosa naturaleza, y soñar con el día en que lleguemos a su nivel de conciencia, realizando el Cristo interno en nosotros. Pero... cuando se dice que se puede intervenir, trabajar esos cuerpos superiores, es un absurdo total. Es pretender intervenir en la pura luz Crística.
Con nuestro limitado instrumento del intelecto. Eso no solo es inútil si no que digno de piedad, por el absurdo técnico que eso representa, así como la ceguera de conciencia. Es como si se quisiera dar brillo a los rayos del sol.
El cuerpo Átmico es el aspecto que expresa la voluntad de la mónada divina. Es poco lo que puede ser dicho o conocido de éste cuerpo, al nivel que nos encontramos. Él es aquel qué constituye la parte superior del Yo real, la conciencia del Logos el Nirvana la unidad.
Prefiero respetar lo inefable. Aquellos que puedan tener acceso a ese nivel de conciencia, son aquellos que nada dirán de él. “Los que saben no hablan, los que hablan no saben” dice un viejo proverbio de conocimiento superior.
Debido al nivel vibratorio qué nos encontramos en la actualidad, diría qué es imposible acceder esos planos superiores, a no ser por iluminados (que son muy raros). A los demás componentes de la humanidad, terapeutas, apómetras, espiritualistas de todos los órdenes, nosotros...en fin, simples seres humanos, aspirantes a aspirante de discípulo de sabiduría, debemos resguardarnos del ridículo de pretender dichas intervenciones, tan imposibles como desnecesarias en esos planos. Sí debemos tratar con toda la humildad posible y mayor eficacia, de los cuatro cuerpos inferiores.
Qué la misericordia del altísimo nos permite acceder. Para compensar los milenios pasados, en que nos ocupamos de desequilibrarlos, enfermarlos y macularlos, no solo los nuestros, si no qué también cuerpos ajenos.
Generalmente por orgullo, ansia de poder, egoísmo, avaricia en provecho propio... etc. Recordemos que nunca llegaremos a los estados de conciencia superior, salteando los planos inferiores. Primero es necesario pasar, sanar, superar, el Cuaternario inferior. Es esa nuestra realidad, no debemos engañarnos a nosotros mismos. Y eso solo es posible a través del amor, reactivándolo y alimentándolo en nuestros corazones.
Re-aprendiendo amarnos y amar a nuestros semejantes; eso incluye el perdón y la tolerancia.
Como podemos pretender ascender a planos superiores, donde es puro amor, luz, compasión, armonía, cuando muchos de nosotros desconoce lo qué es. O mejor, lo conoce por bellas palabras, no por acciones.
Cuántos hay que anhelan ese ascenso y se creen merecedores de él, pero en su propia vida no practican el verdadero amor. Muchos hay que pasan, meses, años, sin hablar con sus padres, hermanos, hijos... etc por un desentendimiento, resentimiento, por sentirse ofendidos y con razón o sin razón, por puro orgullo son incapaces de perdonar. Pregunto: puede ese corazón estar preparado para el ascenso???
Muchos dicen... yo soy bueno no le hago mal a nadie... pregunto: y el bien lo hacen??? Cuántos hay que dedican horas de sus vidas a oraciones, en templos... y cuando salen de allí, le dan vuelta la cara, ignoran, a un indigente qué en la calle pide ayuda. Y cuando llegan a su casa, no tienen paciencia, siquiera mantienen un diálogo con sus hijos, esposos, esposas... etc. siendo indiferentes a los suyos propios, olvidando qué es allí, en el seno de su hogar, que comienza la práctica del amor y la caridad.
Crees que así se está preparado para el ascenso??? No estoy aquí emitiendo un juzgamiento, lejos de mi está querer hacerlo. Solo estoy haciendo una invitación a mirarnos profundamente. Somos buenos padres, hijos, hermanos, amigos, ciudadanos??? Reciclamos nuestros residuos, no tiramos colilla de cigarros en la calle??? Plantamos algún árbol, velamos y cuidamos a nuestros niños y ancianos??? Practicamos algún tipo de caridad desprovista de cualquier interés??? Preservamos haciendo uso con responsabilidad de todo lo que nos rodea en éste gran hogar que es nuestro planeta???
Discriminamos o tenemos pre-conceptos con personas que son o piensan diferente a nosotros??? Tengamos en cuenta que las otras personas son el espejo, donde nos reflejamos. Procuremos corregir en nosotros, todo aquello que tanto nos incomoda en ellos. Transformarnos en mejores personas, día a día, es nuestra mayor responsabilidad.
No podemos pretender ser dioses sin antes ser buenos seres humanos y eso lo somos a partir de las pequeñas cosas con las cuales construimos un camino de amor y de luz.
Roguemos al creador que en su infinito amor y bondad: “Ilumine el camino que nos llevara nuevamente de retorno a casa”.

Maria Soledad Piñeiro.

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