Debemos
vivir un día a la vez. No nos esforcemos ni precipitemos haciendo planes para
mañana, porque mañana puede no llegar. Disfrutemos el día de hoy plenamente,
disfrutemos-lo como si fuera nuestro último día. Hagamos todas esas cosas
hermosas que hemos anhelado hacer, no de cualquier manera o sin pensar, sino
con verdadera Alegría. Seamos como un niño que no piensa en el mañana y que ha
olvidado lo que pasó el día anterior, pero que vive como si el único momento
que importara fuera el ahora. El ahora es el momento más excitante que
hayamos conocido, de modo que no perdamos ni un segundo de él. Vivamos completamente,
listos para que cualquier cosa pase en cualquier momento. Cuando vivimos de
esta manera estamos preparados y abiertos a cualquier cosa que pueda ocurrir.
Los cambios vendrán, y vendrán muy rápidamente. Elevemos nuestro corazón con
profunda gratitud cuando vengan uno por uno.
Debemos
ver siempre lo mejor en cada cambio que tenga lugar. Porque ellos son preciosas
oportunidades, que nos brinda el creador, para que podamos experimentar y
vivir intensamente, esta maravillosa dádiva llamada... Vida!!!
Abrazos
de luz.
Maria
Soledad Piñeiro.
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